05

Cuando la confianza se resquebraja

Cuando

la confianza

se resquebraja

Cuando la mentira se normaliza, sus efectos trascienden la pantalla.

 

Este bloque analiza cómo la desinformación deteriora la confianza en los medios, las instituciones y el propio sistema democrático, alimentando la polarización y debilitando la implicación cívica.

 

También revela los signos de fatiga democrática que emergen entre la juventud, junto con la percepción de que las reglas del debate están contaminadas por bulos y dinámicas de manipulación.

 

Al mismo tiempo, se recoge la demanda de corresponsabilidad hacia plataformas, medios, administración y también el valor de la alfabetización mediática como vía de reconstrucción.

La confianza en el sistema informativo

está en crisis.

Solo el 43,2% confía en los medios tradicionales y un 34,2%

en las redes sociales.

 

La desinformación ya no se percibe como un problema aislado, sino como

una condición estructural

del ecosistema mediático.

El 87,6% cree

que la desinformación

ha dañado la calidad democrática.

 Para 4 de cada 10, el sistema no está preparado para afrontarla.

 

La mentira no solo confunde: manipula la opinión pública (51%), incrementa la desconfianza institucional (19%), agrava la polarización (16%)

y desactiva la participación (14%).

La desinformación se traduce en desafección.

Solo un 24,6% pertenece a asociaciones o colectivos, y entre un 41,9% y un 46,7% nunca ha votado pese a tener edad para hacerlo.

 

Además, casi la mitad (48,3%) se siente poco motivada a seguir la actualidad política.

 

La fatiga informativa deriva en “fatiga democrática”: menos energía para participar y debatir.

La juventud exige corresponsabilidad.

Las plataformas, los medios y las instituciones son señalados como actores clave para frenar la mentira.

 

La educación mediática y la transparencia se plantean como

los pilares de un nuevo pacto

de confianza.

La alfabetización mediática es la vía para reconstruir la confianza.

El 83,5% considera que detectar bulos protege su bienestar emocional y el 80,4% cree esencial distinguir lo verdadero de lo falso.

 

El 63% quiere formarse y el 56,9% espera que su entorno educativo

o laboral ofrezca programas

de capacitación.

Descarga el estudio

Un estudio elaborado por:

En colaboración con:

01

Introducción

02

Metodología

03

Entre titulares

y pantallas

04

Lo que se mueve

por dentro

05

Cuando la confianza

se resquebraja

06

Equipo

Descarga el estudio

05

Cuando la confianza se resquebraja

Cuando la confianza

se resquebraja

Cuando la mentira se normaliza, sus efectos trascienden la pantalla.

 

Este bloque analiza cómo la desinformación deteriora la confianza en los medios, las instituciones y el propio sistema democrático, alimentando la polarización y debilitando la implicación cívica.

 

También revela los signos de fatiga democrática que emergen entre la juventud, junto con la percepción de que las reglas del debate están contaminadas por bulos y dinámicas de manipulación.

 

Al mismo tiempo, se recoge la demanda de corresponsabilidad hacia plataformas, medios, administración y también el valor de la alfabetización mediática como vía de reconstrucción.

La confianza en el sistema informativo

está en crisis.

Solo el 43,2% confía en los medios tradicionales

y un 34,2% en las redes sociales.

 

La desinformación ya no se percibe como un problema aislado,

sino como una condición estructural del ecosistema mediático.

El 87,6% cree que la desinformación

ha dañado la calidad democrática.

 Para 4 de cada 10, el sistema no está preparado para afrontarla.

 

La mentira no solo confunde: manipula la opinión pública (51%),

incrementa la desconfianza institucional (19%), agrava la polarización (16%)

y desactiva la participación (14%).

La desinformación se traduce

en desafección.

Solo un 24,6% pertenece a asociaciones o colectivos, y entre un 41,9%

y un 46,7% nunca ha votado pese a tener edad para hacerlo.

 

Además, casi la mitad (48,3%) se siente poco motivada

a seguir la actualidad política.

 

La fatiga informativa deriva en “fatiga democrática”:

menos energía para participar y debatir.

La juventud exige corresponsabilidad.

Las plataformas, los medios y las instituciones son señalados

como actores clave para frenar la mentira.

 

La educación mediática y la transparencia se plantean como

los pilares de un nuevo pacto de confianza.

La alfabetización mediática es la vía

para reconstruir la confianza.

El 83,5% considera que detectar bulos protege su bienestar emocional

y el 80,4% cree esencial distinguir lo verdadero de lo falso.

 

El 63% quiere formarse y el 56,9% espera que su entorno educativo

o laboral ofrezca programas de capacitación.

Un estudio elaborado por:

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